Había una vez un campesino que estaba en su casa
de campo. Vivía tranquilo y feliz. Cierto día pensó en arar un huerto para
plantar diferentes semillas. Así que decidió comprarlas en un pueblo cercano a
su casa. En el camino hacia el pueblo se encontró un burro herido. Lo llevó a
su casa y allí lo curó de las heridas, que su antiguo dueño le había
proporcionado, pues lo apaleaba sin descanso.
El campesino y el burro se hicieron muy amigos.
El burro, agradecido, lo ayudaba en las labores del campo.
Un buen día el campesino y el burro fueron a la
celebración de la feria que cada mes se celebraba en el pueblo cercano a su
casa. Allí el burro se encontró con su antiguo dueño. Entonces comenzó a
temblar y el campesino, que se encontraba a su lado, le preguntó:
_ ¿Por qué
tiemblas amigo mío?
_ Porque mi antiguo dueño está aquí y me ha
reconocido. Temo que quiera llevarme con él nuevamente. Tú me tratas bien y no
deseo volver con quien me maltrató.
El campesino viendo que el burro se encontraba
preocupado le dijo:
_ No te preocupes, querido amigo. No volverás con
el que te apaleó y te maltrató. Te quedarás conmigo para siempre.
El burro feliz y contento le dio las gracias al
campesino y nunca más se separaron el uno del otro.
Alejandro
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